![]() | /.../ En cuanto las veía, dibujaba un horizonte en la carretera, se agachaba y les susurraba su propósito, les susurraba su destino, les susurraba su privilegio... y ellas le entregaban, irremediablemente, su alma. Aquellas motos de alquiler cobraban vida y sonreían. Era como si dejaran de ser putas para convertirse en amantes. Pero cuando, terminado el viaje, volvían a separarse era él quien les había entregado parte de su alma, dejándola entre dunas, fronteras, amaneceres, precipicios y acantilados... /.../ Leer relato completo en El escondite de los viajes |
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Mc Bauman: El hombre que susurraba a las motos
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