Tras la Segunda Guerra Mundial Holanda se encontraba desesperada. Su industria estaba destrozada, la población traumatizada y la esperanza de un futuro mejor no parecía realista a corto plazo así que decidieron mandar levas de emigrantes a otros países donde pudiesen prosperar, traer divisas y de paso reducir la población más necesitada. Los principales destinos fueron Australia, Estados Unidos, Francia y Brasil. En concreto mandaron a Brasil colonos católicos para que junto a algunos ejemplares de la ganadería neerlandesa pudiesen criar y exportar productos lácteos a toda Sudamérica.
Seguir leyendo en el blog de Ángel Historia y motos, la ruta de los exploradores olvidados

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