Porque a veces, las palabras son capaces de convertir en mágico un simple paseo por el puerto con una nueva novia para tomar un café.
| Hace algunos años, cuando todavía dábamos pedaladas con relativa agilidad, algunos viernes íbamos por aquella carretera que bordea la costa entre pinos, eucaliptos y acantilados. El Cantábrico, casi siempre enfurecido y las montañas, viejas y cansadas de soportar las inclemencias meteorológicas, eran testigos de excepción de cómo subíamos y bajábamos por los cientos de repechos esculpidos por el asfalto sobre la cornisa que se asomaba al mar. Y cuando llegábamos al puerto de Lequeitio, con nuestra indumentaria ciclista, mientras departíamos sobre el bien y el mal, nos tomábamos un cafelito que , con el aroma de la amistad, nos sabía a gloria. Seguir leyendo en El escondite de los viajes Más sobre Mc Bauman en su muro, en su página de facebook o en @macbauman |
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