Nuevo número del fanzine cultural sobre el mundo de la moto según Iván Montes Gálvez en el que aprovecha para presentar su nuevo proyecto editorial macadán
Editorial
En algún libro leí que no es posible escribir ni pilotar sin una cierta violencia. Se trata de equilibrar fuerzas creativas y destructivas, fuerzas centrípetras y centrífugas. Cuando se consigue —pilotar, escribir— la experiencia es gozosa.
La moto tiene unas posibilidades de expresión reducidas, pero ricas. La velocidad conduce a la liberacion, la lentitud a la acumulación, y en torno a ésto y a la estética de la pieza de metal bruñida se construye todo un mundo animal, arrítmico, opreviso y evasivo; paradójico. Yo llegué a ese mundo por el camino de los libros. El acero entró en mi corazón por los libros, y el dulce olor a aceite quemado y a gasolina fresca; los tópicos, la iconografía y la parafernalia. Me resulta extraño, ahora que lo pienso, que la literatura te lleve a desear ser uno con la moto. Pero es cierto.
Yo consumía tebeos y literatura juvenil barata, era orgullosamente pobre pero escondía un gran tesoro: Moby Dick ilustrado. Leía en la buardilla de mi casa. A veces alcanzaba a subir al tejado negro, y allí sentado, libre y vulnerable, esperaba otear la gran ballena blanca. Moby Dick era sólo símbolo de la obsesión, y como tal, vale también para una moto. Pero hubo libros concretos, pulps, motoexplotation, novelilla popular y demás posibilidades extraliterarias. Ahora llega la nuestra. ¿El paso natural? Quizá.
Motologías tiene un nuevo compañero de viaje, más ambicioso y de mayor envergadura. Espera dar caza a la ballena blanca. Tratará de equilibar fuerzas creativas y destructivas, lo hemos dicho, y queremos pensar que el resultado será gozable.
Facebooks, twitters y demás vanidades informativas llegarán a su debido tiempo. Por el momento, os dejamos con la web de macadán y este quinto número de Motologías. Somos aficionados profesionales.
Publicado originalmente en www.motologias.es por Iván Montes Gálvez
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Editorial
En algún libro leí que no es posible escribir ni pilotar sin una cierta violencia. Se trata de equilibrar fuerzas creativas y destructivas, fuerzas centrípetras y centrífugas. Cuando se consigue —pilotar, escribir— la experiencia es gozosa.
La moto tiene unas posibilidades de expresión reducidas, pero ricas. La velocidad conduce a la liberacion, la lentitud a la acumulación, y en torno a ésto y a la estética de la pieza de metal bruñida se construye todo un mundo animal, arrítmico, opreviso y evasivo; paradójico. Yo llegué a ese mundo por el camino de los libros. El acero entró en mi corazón por los libros, y el dulce olor a aceite quemado y a gasolina fresca; los tópicos, la iconografía y la parafernalia. Me resulta extraño, ahora que lo pienso, que la literatura te lleve a desear ser uno con la moto. Pero es cierto.
Yo consumía tebeos y literatura juvenil barata, era orgullosamente pobre pero escondía un gran tesoro: Moby Dick ilustrado. Leía en la buardilla de mi casa. A veces alcanzaba a subir al tejado negro, y allí sentado, libre y vulnerable, esperaba otear la gran ballena blanca. Moby Dick era sólo símbolo de la obsesión, y como tal, vale también para una moto. Pero hubo libros concretos, pulps, motoexplotation, novelilla popular y demás posibilidades extraliterarias. Ahora llega la nuestra. ¿El paso natural? Quizá.
Motologías tiene un nuevo compañero de viaje, más ambicioso y de mayor envergadura. Espera dar caza a la ballena blanca. Tratará de equilibar fuerzas creativas y destructivas, lo hemos dicho, y queremos pensar que el resultado será gozable.
Facebooks, twitters y demás vanidades informativas llegarán a su debido tiempo. Por el momento, os dejamos con la web de macadán y este quinto número de Motologías. Somos aficionados profesionales.
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